13/11/11

Democracia, tecnocracia, autocracia… ¡Qué mas da!

A veces nos enfrentamos a situaciones en las que buscamos un cambio tan desesperadamente que las consecuencias impiden incluso que veamos los costes.

Eso es exactamente lo que ocurre en Italia. Los italianos están tan perplejos y felices con la dimisión de Berlusconi que olvidan que están siendo víctimas de una dictadura económica. Aunque sea dentro de la legalidad, lo están siendo.

Napolitano, el invisible presidente de la República Italiana, ha nombrado a un señor llamado Mario Monti senador vitalicio y ha conseguido así que éste se sitúe al frente del gobierno italiano. Todo esto fundamentalmente porque la coalición Merkel-Sarkozy (desmentida por activa y por pasiva) lo cree conveniente para la Unión Europea. Así que como últimamente viene siendo normal, lo que diga la Canciller va a misa. O a Bruselas si se prefiere.

No se contempla la idea por el momento de que sean los italianos quienes decidan quién gobierna Italia. ¡Qué paradoja tan absurda! Pero claro, ¿qué se puede esperar? Aquí cada loco con su tema. Aparece Berlusconi y nos deleita con sus primeras declaraciones: “Mi dimisión ha sido un acto de responsabilidad y generosidad”. Sin embargo, ayer mismo los mandatarios de la coalición ponían entre las cuerdas al Cavaliere amenazando con presentarse en Roma si el parlamento italiano no apoyaba a Monti. Qué absurdo todo.

Así que ahora los mayores defensores de los estados democráticos occidentales nos la meten doblada cambiando “democracia” por “tecnocracia” y se quedan tan a gusto.
Y seguramente deberíamos darnos con un canto en los dientes y contentarnos, porque en cualquier momento aprovechan la riqueza léxica de los prefijos e incorporan un tercer término. Podría ser “autocracia”, la forma del gobierno del Imperio Romano.
Claro que, de la etapa imperial más poderosa que ha habido nunca no queda ya ni un resquicio en Italia.
Como mucho, 2011 puede considerarse otro final para la gloriosa Edad Antigua.

6/11/11

¿Okupas u Ocupas?

El pasado 15 de octubre un grupo de indignados procedentes del movimiento 15-M entró en el Hotel Madrid situado en la Calle Carretas.“Okupando” el tercer piso del alojamiento sumaron una nueva forma de protesta reivindicando la indignación nacida en el pasado mes de mayo.

Para entendernos, se puede definir la palabra “Okupas” como “grupo de gente que se apropia de edificios abandonados sin el permiso de su dueño”, a pesar de que la RAE no acoja el término en su conjunto léxico.
Además la expresión “Okupas” está tradicionalmente sujeta a una connotación negativa, ya que en realidad éstos se adjudican, usurpan una propiedad privada, exactamente igual que hace la “k” arrebatándole a la “c” su lugar en la palabra.

Pero claro,-dejando a un lado las meras definiciones y los recursos lingüísticos-, el hecho es que encontramos en la Puerta del Sol un grupo de personas que tras participar activamente en manifestaciones y asambleas como muchos otros ciudadanos, no tienen un lugar (u hogar mejor dicho) donde darse una ducha y dormir.

Y es que si consultamoslos datos de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y leemos cifras tan escalofriantes como 240 desalojos diarios, como poco se nos ponen los pelos de punta.

Estaría bien que los mandamases en terreno inmobiliario, financiero y político-ya de paso-, reflexionaran sobre la legitimidad de estos okupas (u ocupas, no lo tengo muy claro).
Tal vez llegarían a la conclusión, como otros hemos hecho, de que verdaderamente ilegítimo es que la especulación consiga entrometerse en una necesidad básica y vital para los ciudadanos como es una vivienda digna.

En fin, que nadie se escandalice si la nueva lucha de los indignados consiste en la doctrina de “cada edificio que esté vacío será un edificio“ocupado”, ahora ya con la letra c.